La tarde era gris, con nubes lentas arrastrándose sobre Los Ángeles. Pero dentro de una mansión tranquila, algo pesado comprimía el aire: el silencio, roto solo por el leve susurro del internet, hablaba más alto que cualquier portada. Porque ese día, Yolanda Hadid, madre de Bella, compartió un mensaje que hizo que millones de fans contuvieran la respiración: la salud de Bella estaba atravesando otra tormenta.

Bella Hadid, supermodelo, rostro habitual de portadas glamorosas, siempre ha proyectado fortaleza. Pero esa fuerza tiene un coste silencioso. A lo largo de los años, ha revelado su lucha prolongada con la enfermedad de Lyme — una batalla invisible, dolorosa, a menudo incomprendida. Y ahora, su madre ofrecía una nueva actualización, desgarradora, sobre cómo Bella estaba sobreviviendo en medio de un capítulo oscuro.
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El post que desató el drama
El 17 de septiembre de 2025, Bella volvió a Instagram después de semanas de silencio. Compartió una serie de fotos íntimas: estaba acostada en una cama de hospital, conectada a sueros intravenosos, apoyándose en almohadas, con gestos de fatiga en su rostro. En una instantánea, se la veía con una manta, los ojos vidriosos, como si el dolor hablara por ella. Su piecita estaba rodeada de medicinas, bolsas de suero y gestos de vulnerabilidad. Luego en otra, comía pizza en la cama, incluso jugaba cartas: destellos de humanidad entre la intensidad médica.
Ella tituló su publicación con pocas palabras, pero cargadas:
I’m sorry I always go MIA I love you guys.”
Ese “I love you guys” dolió. Era un abrazo a miles de seguidores, pero también un reconocimiento del aislamiento que la enfermedad imponía: días en que hablar, actuar, aparecer eran un esfuerzo mayúsculo.

La respuesta fue inmediata: mensajes de apoyo, corazones, susurros digitales. Gigi Hadid comentó:
I love you! I hope you feel as strong and good as you deserve, soon!!!!!!”
Mientras tanto, Yolanda respondió con un solo término: “Lyme warrior.”
Pero ese comentario breve fue el prólogo de lo que vendría.

El grito de una madre
Al día siguiente, Yolanda Hadid se explayó en una publicación propia, desgarradora. Incluyó imágenes de Bella en momentos vulnerables: abrazada, conectada a IVs, con expresión de agotamiento, pero también con gestos de ternura maternal.
Yolanda escribió:
Watching my Bella struggle in silence cuts the deepest core of hopelessness inside me. The invisible disability of chronic neurological Lyme disease is hard to explain or understand.”
Esas palabras se sintieron como un latido quebrado: el silencio de Bella, el dolor de su madre, la soledad que existe detrás de las cámaras. Yolanda confesó que, aunque ella tiene su propia batalla con Lyme (diagnosticada en 2012), ver sufrir a su hija la había marcado de otra forma:
My own pain cannot compare to watching my baby suffer.”
Definió la enfermedad como una “discapacidad invisible” que muchos no verían, muchos no creerían. Un monstruo que devora fuerzas sin dejar cicatriz visible.
Yolanda terminó con una promesa:
I am so proud of the fighter that you are… I promise to have your back every step of the way… We will continue to fight for better days.”
Pero también confesó la rendición momentánea:
This disease has brought us to our knees.”
Nunca una madre había expuesto tan claramente el costo emocional de acompañar a su hija en un monstruo que no se ve, pero devora cada día.
La lucha prolongada: años de dolor “invisible”
Para quienes no conocen bien el contexto, este episodio no fue repentino: Bella lleva años lidiando con síntomas debilitantes. En 2023 ya compartía sentir que por más de 15 años ha vivido un sufrimiento invisible. En su post publicó que había pasado más de 100 días con tratamiento intenso, que hubo momentos en que se sintió al límite.
Siempre ha dicho: “Ser juzgada por cómo me veo es más fácil que que me crean por cómo me siento.” En las redes ha compartido episodios de fatiga extrema, dolores articulares, “niebla cerebral”, episodios en los que su cuerpo no respondía.
Ese día hospitalizada agregaba un capítulo más: su postura física, la lentitud, el gesto cansado, todo lo visible hablaba de una batalla que va más allá de la vanidad de moda: habla del cuerpo que resiste, que se arrastra, que no se rinde.
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Un paso hacia adelante… entre la incertidumbre
Pero en medio de la tormenta, hay señales de esperanza. Días después de su aparición en el hospital, Bella fue vista en París caminando con abrigo largo, gafas oscuras, semblante serio pero firme. No caminó rápido, pero caminó. En Instagram publicó una foto caminando en la cinta de correr y escribió: “First day in the gym in a long time! Just walking but still! Getting my stamina back.”
A esa imagen la acompañó la repost de Yolanda, con orgullo. Era un pequeño paso, pero un paso: resistir, reaparecer, afirmar que el cuerpo aún puede moverse.
Sin embargo, esa recuperación no es lineal. La enfermedad de Lyme, sobre todo en su forma crónica neurológica, es traicionera: puede aliviarse un día, recrudecerse al siguiente. Las recaídas son moneda corriente. Y mientras más años pasan, más difícil es distinguir progreso de tregua.

Ecos del dolor y del coraje
Después del post de Yolanda, los medios comenzaron a desplegar titulares dramáticos: “Bella hospitalizada”, “La madre rompe el silencio”, “Se debate la gravedad de su condición”. Muchos discursos caían en el sensacionalismo, como si mostrar el sufrimiento fuera espectáculo. Pero para quienes han seguido esa historia, lo que se ve es otra cosa: una madre gritando su impotencia y una hija ejerciendo su derecho a la privacidad.
En algunos foros, alguien comentó:
Ella publica selfies hospitalarias, y luego desaparece semanas…”
Ese tipo de juicios duelen, porque muchas veces quienes critican no han vivido el agotamiento, no han sentido que levantarse sea riesgo, no han sentido que un paso es triunfo.

También hubo voces que cuestionan la veracidad de los posts, que piden pruebas, que dudan de la “enfermedad invisible”. Pero Bella ha mostrado pruebas: fotos, sueros, días sin poder levantarse. No suplica compasión, solo pide comprensión.

Confrontando el silencio mediático
Este episodio también hace que nos preguntemos cómo tratamos en los medios a quienes luchan con enfermedades crónicas. No basta con fotografiar a la estrella caminando bien en un aeropuerto: muchos días no puede levantarse de la cama. Muchos días la enfermedad gana terreno.
Yolanda tuvo el coraje de compartir lo que muchas madres callan: el peso emocional de ver a un hijo sufrir, la culpa, la impotencia, el temor. Eso no debe usarse como clickbait, sino como espejo: hay personas que padecen sin visibilidad.
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